Revalorar el hábitat:

una tendencia necesaria
Revalorar el hábitat: una tendencia necesaria

Ese espacio en el que habitamos, nos movemos, convivimos, trabajamos y nos divertimos hoy requiere de una perspectiva fresca, de una mirada multidisciplinaria que permita asegurar su existencia en el futuro.

Hemos escuchado hasta el cansancio acerca de la pandemia de COVID-19 y sus efectos, pero es un hecho innegable que este suceso trastocó prácticamente todos los ámbitos del quehacer humano y marca un antes y un después en casi todo lo que hacemos. Cuando nos vimos en la necesidad de permanecer en nuestras casas, nos dimos cuenta, más que nunca de todo aquello que no estaba en óptimas condiciones, de que requeríamos algo más en nuestros espacios para que estos albergaran la convivencia diaria y una mayor variedad de quehaceres que los que teníamos contemplados. Percibimos la importancia de las comunidades, de los espacios abiertos, de las zonas verdes, del aire respirable. Pero nos adaptamos.

Hoy, esa voluntad de adaptación y de construcción de comunidades más resilientes, se ha volcado en reflexiones múltiples en torno al futuro del hábitat, particularmente desde la arquitectura. Y es que quizás la arquitectura, como ninguna otra profesión, está llamada a transformar el entorno y el hábitat, siempre en un
trabajo conjunto, capaz de integrar e incidir sobre quienes delinean las políticas públicas del país.

El éxito en la transformación del hábitat depende, entonces, no solo de un esfuerzo multidisciplinario, sino de una perspectiva holística que abarque distintos aspectos del entorno y considere las dimensiones clásicas del desarrollo sostenible, es decir: social, ambiental y económica. Un magnífico ejemplo de estas reflexiones es el Manifiesto Prospectiva del Hábitat Postpandemia, “Reiniciar el hábitat”, publicado por la Federación de Colegios de Arquitectos de la República Mexicana (FCARM), en el cual se agrega la dimensión cultural como complemento fundamental a la definición y entendimiento de lo que somos, como punto de partida de aquello a lo que queremos llegar.

En ese sentido, los hilos conductores de este ejercicio de reflexión y prospectiva son transversales y están centrados en las personas y sus derechos humanos en primera instancia, así como en el territorio y su capacidad de soporte, en la sostenibilidad, la inteligencia artificial, y la identidad y los beneficios acumulados. En este escrito, todas las reflexiones en torno a aspectos y temáticas diversas que componen el hábitat como lo entendemos hoy están enmarcadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y las metas de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.

Hablar del hábitat implica una amplia variedad de temas, todos los cuales pueden abordarse desde las dimensiones antes citadas. Algunos de ellos están vinculados de manera específica con las personas, como los que tienen que ver con una mayor inclusión desde el punto de vista de género o accesibilidad para todos, con los derechos humanos, el acceso a servicios de salud y el mejoramiento de la vivienda, por citar algunos.

Desde el punto de vista del espacio físico habitable, hay temas muy claros relacionados con el espacio público y la planeación urbana, que van desde la movilidad y el transporte hasta la gestión de la energía, el manejo de residuos, la seguridad, el manejo de los recursos hídricos, etcétera.

No obstante, en la actualidad no es posible pensar en el hábitat sin pensar en la dimensión ambiental. La Declaración de Río de Janeiro sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo emitida en 1992, apunta que los seres humanos son el centro de las preocupaciones en torno al desarrollo sostenible, pues tienen derecho a una “vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza”. Pero, para que ese desarrollo sostenible sea posible, “la protección del medio ambiente deberá constituir parte integrante del proceso de desarrollo y no podrá considerarse de forma aislada”. (Principios 1 y 4 de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. Consultado en: www.un.org/spanish/esa/sustdev/documents/declaracionrio).

Un documento del Programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas (PNUMA), realizado en conjunto con la Universidad de Oxford y la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS, por sus siglas en inglés), señala que la infraestructura es la responsable del 79% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), además del 88% de todos los costos de adaptación.

Ese 79% de las emisiones de GEI generadas por la infraestructura se distribuye en los siguientes porcentajes:

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