El papel de la iluminación en los proyectos de neuroarquitectura
En las últimas décadas, un concepto innovador ha estado ganando terreno en los proyectos de construcción, ya sean obras nuevas o remodelaciones: la neuroarquitectura. Se trata de un campo emergente e interdisciplinario que combina principios de la neurociencia con el diseño arquitectónico; explorando cómo los espacios físicos influyen en el cerebro humano y, por ende, en el comportamiento, emociones, cognición (aprendizaje, toma de decisiones, etc.), productividad y el bienestar de las personas. De acuerdo con Juan Carlos Laso, CEO del Grupo Construlita (organización mexicana experta en soluciones de iluminación profesional), el término “neuroarquitectura” empezó a usarse en la década del 2000, cuando los avances en neurociencia permitieron un entendimiento más detallado sobre cómo el cerebro procesa la información de los espacios físicos. Desde entonces, neurocientíficos y arquitectos comenzaron a colaborar más estrechamente, utilizando herramientas como la resonancia magnética funcional (fMRI) y otros métodos de neuroimagen para estudiar la reacción cerebral a diferentes entornos arquitectónicos.
“Además de crear espacios funcionales y estéticamente agradables, este enfoque relativamente nuevo busca optimizar el bienestar psicológico y físico de quienes los habitan; a través de un diseño más científicamente documentado de entornos que mejoren la calidad de vida de los usuarios. Para lograrlo, un componente fundamental es la iluminación, pues afecta directamente la forma en cómo percibimos y experimentamos los espacios. Por ejemplo, ahora sabemos que la luz natural es capaz de aumentar la productividad hasta en un 40%, y de mejorar el estado de ánimo y la salud general de los individuos; o que una exposición adecuada a la luz natural durante el día puede mejorar nuestra calidad del sueño hasta un 50%, al sincronizar los ritmos circadianos”; comenta.
En este sentido, el experto asegura que la neuroarquitectura es el futuro de los entornos centrados en el ser humano; un tema que aterrizado en la industria, las distintas marcas de Grupo Construlita han estado impulsando como parte de la tendencia denominada human centric lighting (iluminación centrada en las personas). En consecuencia, se está normalizando que los arquitectos y diseñadores que aplican principios de neuroarquitectura colaboren con los neurocientíficos, para basar sus decisiones de diseño en sólidos conocimientos científicos sobre cómo el cerebro interactúa con el entorno.
“Partiendo de que la luz nos permite comprender la apariencia física de los espacios y la forma en que el cerebro los procesa cognitivamente, estimulando el sistema visual, neuronal y hormonal; podemos decir que cada uno de nosotros forma en su cabeza una especie de mapas neuronales que afectan nuestra capacidad para navegar y funcionar dentro de los entornos”; añade el especialista.
Sobre el papel que juega la iluminación en la neuroarquitectura, Juan Carlos Laso profundiza en cuatro aspectos antes mencionados, pero que vale la pena conocer más y tenerlos en cuenta dentro de los proyectos de edificación:
1. Regulación circadiana. La luz, especialmente la natural, es esencial para regular los ritmos circadianos, fundamentales para el ciclo de sueño-vigilia. Un diseño eficaz en términos de iluminación puede ayudar a sincronizar estos ritmos naturales con el entorno construido, mejorando así el bienestar general.
2. Productividad y concentración. Se ha demostrado que la iluminación adecuada favorece a un aumento de la productividad y ayuda a mantener la concentración. Por ejemplo, la luz brillante suele ser estimulante y muy útil en áreas de trabajo; mientras que una iluminación más suave crea ambientes relajantes, siendo ideal para áreas de descanso.
3. Estado de ánimo y comportamiento. La iluminación puede influir significativamente en el estado de ánimo de las personas. Una que sea insuficiente o demasiado artificial en el otro extremo, contribuye a la depresión y al estrés; mientras que una bien planificada ayuda a que un espacio sea más acogedor y positivo.
4. Percepción del espacio. La forma en cómo un espacio está iluminado afecta nuestra percepción en términos de tamaño, color y textura. Desde este punto de vista, la iluminación puede ser utilizada para resaltar ciertas áreas, crear profundidad o incluso alterar la percepción del tamaño de una habitación. Si consideramos que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los habitantes de las ciudades pasan entre el 80% y el 90% del tiempo en espacios cerrados, la iluminación artificial es un punto todavía más crítico para la neuroarquitectura. Aparte de cumplir con requisitos básicos de visibilidad, si las soluciones de iluminación emulan los patrones de la luz natural ayudan a la alineación de nuestros ciclos biológicos naturales; lo que a su vez podría reducir el riesgo de padecer depresión estacional, fatiga visual, problemas metabólicos o insomnio, entre muchos otros trastornos.
“Entonces, la integración de la luz en la neuroarquitectura ya no es sólo una cuestión de diseño o tendencias, sino una necesidad que impacta incluso a la salud pública; porque hablamos de la modificación de nuestro ciclo de sueño, locomoción, alimentación, temperatura y bienestar en general. Bajo este enfoque holístico que vincula la iluminación con el diseño de espacios para mejorar su habitabilidad, priorizar el bienestar de las personas y encontrar el verdadero sentido de la luz; podemos afirmar que un diseño consciente de la iluminación implica ajustar la intensidad, el color y la distribución de la luz a lo largo del día para apoyar los ritmos naturales del cuerpo”; concluye el CEO del Grupo Construlita.
Por ejemplo, la implementación de sistemas de iluminación dinámica que imitan el comportamiento de la luz natural, desde el amanecer hasta el anochecer, puede mejorar significativamente la concentración y la eficiencia energética; reduciendo el consumo de electricidad hasta en un 70% si su fuente lumínica es LED, en comparación con los sistemas de iluminación estáticos a base de tecnologías predecesoras. Este tipo de beneficios, hoy en día son posibles gracias a los dispositivos atenuables que con el paso de los años han derivado en una innovación todavía más versátil y digital: la smart lighting, luminarios que se controlan y configuran según las necesidades del momento desde un smartphone o tableta.
Cabe señalar que al entender y aplicar los principios de cómo la luz afecta al cerebro, que son la base de la neuroarquitectura, los profesionales del diseño y la arquitectura pueden desarrollar enfoques más saludables, orientados a producir bienestar y también a evitar la “cronodisrupción”: término asociado con procesos crónicos que alteran nuestro sistema por trastornos, como el jet lag, trabajar en turnos nocturnos o la exposición prolongada a intensidades altas de luz por la noche.